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Skip to Main ContentLos médicos de Yale desmitifican los problemas gastrointestinales comunes.Si la idea de hablar con su médico -o con cualquiera- sobre el estreñimiento, la diarrea, la hinchazón, las hemorroides y otros problemas similares le produce calambres en el estómago, no está solo.
Pero si esa incomodidad por hablar de su malestar hace que no busque atención, los especialistas gastrointestinales (GI) de Yale Medicine tienen un mensaje para usted: Lo han oído todo antes, y no hay nada de qué avergonzarse cuando se trata de las funciones corporales.
“Un número abrumador de personas que vienen a mi consulta para hablar de un problema gastrointestinal dicen: ‘Dios mío, qué vergüenza. Esto es tan asqueroso'”, dice la doctora Jill Deutsch, especialista en trastornos gastrointestinales funcionales de Yale Medicine. “A menudo le digo a la gente que me paso el día jugando con la caca. Llevo un emoji de caca en mi chaqueta. Me siento bien y cómoda hablando de ello, y no deberían preocuparse. Soy un médico de la caca. Les permite respirar y decir: “Vale, esto es lo que pasa”. Se abren y me hacen preguntas”.
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La razón por la que puedes tener esta sensación con las almorranas internas es que hay un revestimiento rectal alrededor de la hemorroide en lugar de una piel rica en nervios. Si las almorranas internas se hinchan, se produce una sensación de plenitud en el recto, lo que hace que tengas ganas de abrir los intestinos.
En términos básicos, el revestimiento del conducto de la espalda contiene muchos vasos sanguíneos que, junto con los tejidos de soporte, conforman los llamados cojines hemorroidales. Las venas y los tejidos de soporte pueden sufrir cambios en el revestimiento que pueden provocar la aparición de almorranas. El revestimiento y las venas aumentan de tamaño, lo que provoca una hinchazón que acaba convirtiéndose en una hemorroide.
La causa exacta sigue siendo un misterio. Se cree que el aumento de la presión en y alrededor del conducto trasero (ano) es un factor importante en la aparición de las almorranas. Esta presión suele deberse al esfuerzo que se realiza al defecar, por lo que una dieta rica en fibra para mantener la regularidad de las deposiciones y beber mucha agua pueden ayudar a prevenir las hemorroides.
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Si ves sangre en tus heces (caca), o tienes dolor y molestias en el trasero, es posible que tengas una fisura anal. Una fisura anal puede ser muy molesta, pero suele curarse si haces algunos cambios en tu dieta y sigues algunos tratamientos sencillos.
El médico hablará contigo y te examinará, y es posible que quiera mirar dentro del recto y el intestino. Puede utilizar un anoscopio, que es un pequeño instrumento que se introduce en el ano para que el médico tenga una visión más clara. También es posible que tenga que hacerse una colonoscopia en un hospital o en un centro quirúrgico de día.
Puedes prevenir las fisuras anales comiendo alimentos ricos en fibra, haciendo ejercicio regularmente y bebiendo mucha agua. Todas estas cosas son buenas para favorecer la digestión y la salud intestinal, lo que ayudará a prevenir el estreñimiento.
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Aunque el dolor o el sangrado anal pueden resultar aterradores e incluso embarazosos, se trata de un problema común que suele solucionarse tras una visita al médico. Usted puede experimentar un breve dolor anal por varias razones, pero el dolor persistente puede ser un signo de un problema más grave para el que necesita ayuda médica.
Los médicos y el personal de Colon and Rectal Surgeons of Greater Hartford, con sedes en Bloomfield, South Windsor y Plainville, Connecticut, están acostumbrados a ver todo tipo de problemas, y se asegurarán de que se sienta cómodo durante su visita.
El dolor anal es rara vez un signo de un problema grave, pero todavía puede hacer la vida cotidiana difícil, incluyendo sentarse e ir al baño. Hay una serie de problemas menores que pueden provocar dolor anal, entre ellos:
Se trata de un problema muy común y relativamente inofensivo. Las hemorroides se producen cuando los vasos sanguíneos comienzan a hincharse en el ano, dando lugar a bultos dolorosos y que pican. El esfuerzo al ir al baño puede agravar el problema, y es posible que se produzca una hemorragia después de limpiarse.